Comentario del Evangelio
Lucas capítulo 2, versículos 22 al 40 Simeon es un personaje entrañable. Lo imaginamos casi siempre como un sacerdote anciano del Templo, pero nada de esto se nos dice en el texto. Simeon es un hombre bueno del pueblo que guarda en su corazon la esperanza de ver un dia «el consuelo» que tanto necesitan. «Impulsado por el Espiritu de Dios», sube al templo en el momento en que estan entrando Maria, Jose y su niño Jesus. El encuentro es conmovedor. Simeon reconoce en el niño que trae consigo aquella pareja pobre de judios piadosos al Salvador que lleva tantos años esperando. El hombre se siente feliz. En un gesto atrevido y maternal, «toma al niño en sus brazos» con amor y cariño grande. Bendice a Dios y bendice a los padres. Sin duda, el evangelista lo presenta como modelo. Asi hemos de acoger al Salvador. Pero, de pronto, se dirige a Maria y su rostro cambia. Sus palabras no presagian nada tranquilizador: «Una espada te traspasara el alma». Este niño que tiene en sus brazos sera una «bandera discutida»: fuente de conflictos y enfrentamientos. Jesus hara que «unos caigan y otros se levanten». Unos lo acogeran y su vida adquirira una dignidad nueva: su existencia se llenara de luz y de esperanza. Otros lo rechazaran y su vida se echara a perder. El rechazo a Jesus sera su ruina. Al tomar postura ante Jesus, «quedara clara la actitud de muchos corazones». El pondra al descubierto lo que hay en lo mas profundo de las personas. La acogida de este niño pide un cambio profundo. Jesus no viene a traer tranquilidad, sino a generar un proceso doloroso y conflictivo de conversion radical. Siempre es asi. Tambien hoy. Una Iglesia que tome en serio su conversion a Jesucristo, no sera nunca un espacio de tranquilidad sino de conflicto. No es posible una relacion mas vital con Jesus sin dar pasos hacia mayores niveles de verdad. Y esto es siempre doloroso para todos. Cuanto mas nos acerquemos a Jesus, mejor veremos nuestras incoherencias y desviaciones; lo que hay de verdad o de mentira en nuestro cristianismo; lo que hay de pecado en nuestros corazones y nuestras estructuras, en nuestras vidas y nuestras teologias.
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El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. Archivo
Febrero 2019
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